sábado, 16 de enero de 2010

Vincent Van Gogh (Nederland 1853- Francia 1890)


Amsterdam, 3 de abril de 1878
He seguido reflexionando sobre el tema de nuestra conversación e involuntariamente he pensado en las palabras "somos lo que éramos". Esto no siggifica que se deba marcar el paso y no tratar de desarrollarse, al contrario, hay una razón imperiosa para hacerlo y encontrarlo.
Pero para seguir fiel a esta palabra, no se puede retroceder, y cuando se ha empezado a considerar las cosas con una mirada libre y confiada no se puede volver atrás ni claudicar.
Los que decían:"somos hoy lo que éramos ayer", eran "hombres honrados", lo que resulta claramente de la constitución que han redactado, que subsistirá en todo tiempo y de la cual se ha podido decir que había sido escrita "con el rayo de lo alto" y "un dedo de fuego". Es bueno ser "hombre honrado" y tratar de serlo más y más, y se obra bien cuando se cree que es preciso, para ello, ser "hombre interior y espiritual".
Si tuviera la convicción de pertenecer a esta categoría, se avanzaría por el camino con calma y confianza, sin dudar del buen resultado final.Había un hombre que un día entró a una iglesia y preguntó: "¿Es posible que mi fervor me haya engañado, que haya tomado el mal camino y que siga mal?, ¡ay de mí!. Si me librara de esta incertidumbre y si pudiera tener éxito y vencer". Y una voz entonces le contesta: "Y si tuvieras la certidumbre, ¿qué harías?. Haz como si estuvieras seguro y no serás confundido". El hombre entonces continuó su camino, ya no incrédulo sino creyente, y continuó la obra sin dudar ni vacilar más. Por lo que respecta a ser "hombre interior y espiritual" , ¿no se podría desarrollar este estado en uno mismo por el conocimiento de la historia en general y de personalidades determinadas de todos los tiempos en particular, desde la historia sagrada hasta la de la Revolución, y de la Odisea hasta los libros de Dickens y Michelet?¿Y no se podría sacar alguna enseñanza de la obra de hombres como Rembrandt o de las Malas Hierbas de Breton, o Las horas de la jornada de Millet, o la Benedicite de De Groux o Brion, o El recluta de De Groux (o sino de Concience) o los Grandes robles de Dupré, o los molinos y las llanuras de arena de Michel?
Hemos hablado mucho de lo que nuestro deber y cómo podríamos llegar a algo bueno, y hemos llegado a la conclusión de que nuestro fin en primer término debe ser el de hallar un lugar determinado y un oficio al cual podamos consagrarnos enteramente.
Y creo que estábamos igualmente de acuerdo en este punto, que hay, sobre todo, que encarar el fin con una victoria lograda después de una larga vida de trabajos y esfuerzos, vale más que una victoria lograda más temprano.
el que vive sinceramente y encuentra penas verdaderas y desilusiones , que no se deje abatir por ellas, vale más que el que tiene siempre el viento de popa y que sólo conocería una prosperidad relativa. Porque en quienes se comprueba de la manera más visible un valor superior, son aquellos a quienes se aplican las palabras: "Trabajadores, vuestra vida es triste; trabajadores, vosotros sufrís en la vida; trabajadores, vosotros sois felices", son aquellos que llevan los estigmas de "toda una vida de lucha y de trabajos sostenida sin doblegarse jamás". Es necesario hacer esfuerzos para semejarse a ellos.
Avanzamos entonces sobre nuestro camino indeffesi Deo. En lo que me concierne, debo tornarme un buen predicador, que tenga algo bueno que decir y que pueda ser útil en el mundo, y tal vez me convendría conocer un período de preparación relativamente largo que quedara sólidamente confirmado en una firme convicciónantes de ser llamado a hablar a otros...Desde el momento en que nos esforzamos en vivir sinceramente, todo será para buen fin, hasta si debemos inevitablemente tener penas sinceras y verdaderas desilusiones; cometeremos probablemente también gruesas faltas y haremos malas acciones, pero es verdad que es preferible tener el espíritu ardiente, aunque se deban cometer más faltas, que ser mezquino y demasiado prudente. Es bueno amar tanto como se pueda, porque ahí radica la verdadera fuerza, y el que mucho ama realiza grandes cosas y se siente capaz, y lo que se hace por amor está bien hecho. Cuando quedamos impresionados por uno u otro libro, por ejemplo, tomando al azar: La golondrina, La alondra, El ruiseñor, Las aspiraciones del otoño, Veo desde aquí una señora, Amaba esa pequeña ciudad singular, de Michelet, es porque estos libros han sido escritos con el corazón, en la simplicidad y pobreza del espíritu. Si se tuvieran que pronunciar algunas palabras pero con un sentido, sería mejor que pronunciar muchas que no serían más que sonidos huecos y no costaría nada pronunciarlas por la escasa utilidad que tendrían.
Si se continúa amando sinceramente lo que es en verdad digno de amor y no se derrocha el amor en cosas insignificantes y nulas e insípidas, se logrará, poco a poco, más luz y se llegará a ser más fuerte.
Cuanto más rápido trata de distinguirse uno en el dominio de alguna actividad y en algún oficio, y se adopta una maera de pensar y de obrar relativamente independiente, y más se sujeta a reglas fijas, más firme se hará el carácter y no habrá por ello que sentirse disminuido.
Hacer esto es de sabios, porque la vida es corta y el tiempo pasa ligero: si nos perfeccionamos en una sola cosay la comprendemos bien, adquirimos por añadidura la comprensión y el conocimiento de muchas otras cosas.
A veces conviene ir hacia el mundo y frecuentar los hombres pues uno se siente allí obligado y llamado, pero el que prefiere permanecer solo y tranquilamente en la obra y sólo quisiera tener muy pocos amigos es el que circula con más seguridadentre los hombres y en el mundo. No hay que fiarse jamás del hecho de no tener dificultades y preocupaciones y obstáculos de ninguna naturaleza, pero no hay que hacerse la vida demasiado fácil. Y hasta en los ambientes cultivados y en las mejores sociedades y en las circunstancias más favorables, hay que conservar algo del carácter original de un Robinson Crusoe o de un hombre de la naturaleza, jamás dejar apagar el fuego de su alma, sino avivarlo. Y el que continúa guardando la pobreza para sí y la ama, posee un gran tesoro y oirá siempre con claridad la voz de su conciencia; el que escucha y sigue esta voz interior, que es el mejor don de Dios, concluirá por encontrar en ella un amigo y no estará jamás solo...
Que esté allí nuestro destino, muchacho, que tu camino sea próspero y que Dios esté contigo en todas las cosas y te haga triunfar, es lo que te desea, con un cordial apretón de manos en tu partida, tu hermano que te quiere.
Vincent

de Cartas a Théo.

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